hedonismo como propósito del 2015
Echando la vista atrás anualmente, me descubro en
fechas siempre similares procurando a mi conciencia un sin fin de buenos
propósitos para el nuevo año. Caigo comúnmente en el error de anhelar el mismo
prototipo de deseos políticamente correctos que el resto de los mortales: dejar
de fumar, preocuparme menos, sonreír más, disfrutar de los pequeños momentos
mágicos del día, comer sano, adelgazar, hacer deporte, empezar una colección de
cromos vintage de la abeja Maya, dejar de ir a hurtadillas a la nevera para
comer chocolate pensando que de esa manera soy capaz dar esquinazo a mi
sentimiento de culpa, dejar de depilarme las piernas con la cuchilla de mi
señor esposo, sustituir el eye liner que tengo desde mi boda por uno que no
haya que chupar para que pinte, ...
Para variar, este año voy a permitirme el lujo de
desearme “delicatessen” irreverentes, frívolos y descarados con el único
objetivo claro de subirme la autoestima diariamente, de disfrutar de los
caprichos del alma y el cuerpo sin sentimiento de culpa ni medias tintas.
Quiero ser la reina del hedonismo, voluptuosa, sibarita y material. Voy a
ponerme “flamenca” con la rutina, sin grandes compras ni grandes gastos, no los
necesito, me sobro y me basto (ya empiezo a mimetizarme con la idea) con mi
imprudente e irreflexivo subconsciente.
Estoy haciendo una lista, a saber:
- Tumbarme a la bartola sin complejo y, cuando
mis hijos me pregunten por la comida, nos daremos un festín de pizza
congelada, incluso entre semana.
- Ponerme seductora con mi chico a imagen y
semejanza de Jamie Lee Curtis en “Mentiras Arriesgadas”, incluyendo el
agua del florero por el pelo y el batacazo.
- Tener como canción de cabecera “Me enamoré”
de Single.
- Robar en el súper el paté de la merienda de
los peques, con el único propósito de transgredir las normas y poder
contar la hazaña en la cena de chicas mensual: un arresto domiciliario
sería el no va más.
- Decirle a mi madre que por muy mal que crea
que cuido a mis hijos ya tienen más de 4 años y todavía me duran.
- Buscar la fama exclusivamente por el placer
de ser parodiada por Joaquín Reyes.
- Mirar a mi suegra a los ojos y decirle sin
preámbulos que su paella de los domingos estaría más sabrosona si no la
preparara a las 11 de la mañana y no nos lo restregara por la cara.
- Ser capaz de ir a una de esas reuniones
insufribles y permanecer en ella sin perder la sonrisa, sin importarme...
- Escapar con una buena amiga a lo Thelma y Louise, viviendo en libertad y sin obligaciones, pero sin acabar despeñadas, aunque la aventura nos dure sólo hasta la hora de la salida del cole.
Quiero, quiero, quiero… Relajando el tono de humor: Qué quiero? Qué me gustaría hacer? A veces, el ajetreo diario, nuestras obligaciones laborales y, de forma más importante, las familiares, hacen que dejemos a un lado nuestros deseos, algunos casi necesidades.
Quiero que el 2015 sea un año para escuchar mi
interior, no dejar mis deseos en último
lugar, quiero regalarme cada día algo: un café compartido, una locura, unas
risas, un momento de descanso, un día sin obligaciones… cada día algo que me
permita disfrutar, algo placentero para mis sentidos o mi alma.
Para no olvidar este gran propósito, La ñiña lunares ha diseñado un mantel
individual con un mensaje para recordar cada día: qué no te digan que no se puede. Se puede, claro que sí, y tú
también puedes… perseguir tus sueños y anhelos.
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